La frase del día

sábado, 21 de junio de 2014

La mejor de todas las putas



Si mandas por error a tu mujer para que haga de puta con unos clientes, quizá no te guste lo que pase después.


Carlos Palacios era un hombre hecho a sí mismo. A los doce años ya sabía que llegaría lejos. Mientras los muchachos de su edad perdían el tiempo en juegos infantiles, él ya buscaba la manera de sacar provecho económico de ellos. Acabó siendo el propietario de la mayor parte de las canicas de su colegio, las cuales volvía a vender una y otra vez para robarlas después con trampas astutas. En aquellos momentos no tenía la envergadura que llegó a adquirir con el tiempo, pero pronto aprendió que en esta vida la fuerza es necesaria. Lo aprendió de la peor manera. Un día volviendo a casa, dos matones, dos gigantones que daban miedo y con aspecto de no haber pisado nunca un colegio ni para robar en él, lo acorralaron. Mientras uno lo sujetaba el otro le quitó todas las canicas que tanto esfuerzo le había costado ganar. Qué podía hacer él, un mequetrefe canijo contra aquellas dos torres. Otra persona hubiera vuelto a casa llorando, hubiera maldecido su suerte o se hubiera compadecido. Pero Carlos Palacios no era así, él no iba a dejar que nada ni nadie le apartara de su camino.

sábado, 29 de septiembre de 2012

...del amor. La máquina


—Señorita Pérez, tal como habíamos acordado, aquí le entrego el último pago. Ha sido un placer contar con su colaboración. Sepa que ha hecho una aportación enorme a la ciencia. De hecho, nos hemos permitido añadir una cantidad extra como gratificación, por su entrega y talante.

Sonia recogió el abultado sobre, mirando a los ojos del hombre de unos cuarenta años que se lo entregaba. Había estado un mes viendo esas gafas de pasta negra desde todos los ángulos posibles. Lo había apodado «Osito», por la cantidad de vello que cubría todo su cuerpo. Lo abrió levemente y sonrió al ver su contenido. La propina era muy generosa, casi igualaba por sí misma al total pactado.

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domingo, 16 de septiembre de 2012

-Manolo el pegajoso





Todos los personajes de este relato son ficticios. Tranquilo Pepe, te he cambiado el nombre y no te reconocerá nadie.

Me oculto entre las sombras. Totalmente vestido de negro me deslizo, de forma invisible, con la espalda pegada a la pared. Las botas de goma amortiguan mis pasos sobre los adoquines. El oscuro betún en el rostro evita los reflejos indeseados.  La gruesa lana me protege del gélido viento. Las farolas más cercanas fueron inutilizadas el día anterior con hábiles  pedradas. Los bribonzuelos que contraté para el trabajo no podían creer que  les pagaran por hacer lo que más les gustaba. De la mochila extraigo un garfio  de tres puntas recubierto de poliuretano. Verifico la cuerda y sonrío, todo está perfecto. En un movimiento circular ensayado hasta la saciedad, hago girar el gancho que silba mientras adquiere velocidad. Al soltar la cuerda en el momento preciso, el conjunto se eleva formando una parábola que sobrepasa el tejado de la casa. Aterriza con un sonido sordo. Tiro suavemente de la cuerda hasta que noto resistencia. Hago un par de movimientos bruscos y fuertes para asegurar que el anclaje es firme. Escalo silenciosamente y con mucho esfuerzo la pared hasta llegar a la ventana del piso superior. Tan solo he tirado una pequeña maceta que se ha estrellado sordamente  contra el suelo.


sábado, 23 de junio de 2012

-Alergia a la felicidad

—Señora, es usted alérgica a la felicidad.

Paula escuchó al doctor y quedó confusa. ¿Qué tontería era esa? En seguida pensó en que le había tocado el graciosillo de turno. Esbozó una sonrisa pícara, y esperó a que soltara el resto del chiste, algo como que era una rosa o cualquier tontería parecida. La gravedad de la expresión del médico hizo que la sonrisa acabara convertida en una mueca. 

—No entiendo. ¿Qué quiere decir eso?

—Verá señora, es algo sumamente raro, sólo se conoce un caso anterior al suyo, y no sabemos demasiado sobre él, pero intentaré explicárselo de forma sencilla. En el cuerpo humano hay muchos procesos químicos, en uno de ellos intervienen las endorfinas, estas substancias se liberan ante determinadas reacciones, la mayoría asociadas a bienestar o felicidad, llámelo como quiera, pero en su caso, que es tan raro que aún no tiene ni nombre, esas endorfinas, sin saber por qué, atacan a las conexiones neuronales, deshaciéndolas. De momento no sabemos cómo inhibir el proceso.                   



sábado, 4 de febrero de 2012

-La puta de mi vecina

                                                     

El día en que mi vecina la puta. No es un insulto ni me cae mal, es que es eso: Una prostituta que da gustirrinín a los hombres por dinero. Y ella lo lleva muy bien, no se siente explotada ni nada de eso. Aunque como comprenderéis, no son cosas que se vayan contando por ahí; pues a lo que iba, cuando llamó a mi puerta para pedirme un favor, no puede negarme, ella también me los había hecho a mí.

sábado, 24 de septiembre de 2011

-Once segundos




Ese es el tiempo que duraba cada día el trayecto de ascensor que disfrutaba con mi vecina.

Volvía con mi vecina, que vivía en la puerta de enfrente de mi mismo rellano, de dejar a los niños en el colegio, los dos teníamos un par de chavales de la misma edad, y era algo que hacíamos casi todos los días laborables.

—Es una pena que una obra de arte como tú —solté de sopetón—, tenga una sola persona que la disfrute.

Me había costado tres meses atreverme a decir esa frase, y era lo mejor que se me había ocurrido, no soy muy creativo, lo sé, pero quería mostrar mi interés sin ser grosero, y que tuviera la oportunidad de ignorarme o interpretarlo de otra manera.

—Será que no me miras todo lo que quieres, que me pegas cada repaso con los ojos… ¿Te piensas que no me doy cuenta?


sábado, 17 de septiembre de 2011

-Boomerang






30 años.

Hay gente que no sabe por qué la vida que lleva no es lo que esperaban, yo tengo la desgracia de saber exactamente cuando y como, la mía empezó a rodar cuesta abajo y sin frenos. La de veces que he soñado con volver a ese momento, para actuar de otra manera, y evitar así, todas las desgracias que se desencadenaron después.

Tendría sobre los dieciocho años aquel fatídico día, en el que mi vida cambió totalmente, y era feliz, sí, feliz con mayúsculas, buen estudiante, buen deportista, montones de amigos, un carácter abierto y jovial, y todo eso, rematado con un buen físico en el que lo único negativo, era una nariz ligeramente desviada, pero que en vez de afearme, me daba un aire de chico duro. Era un líder nato, una persona de fuerte carácter a la que la gente seguía, sin saber por qué lo hacía.

Pero en un instante todo cambió, pasé de ser un triunfador  a estar en prisión, acusado de violación y asesinato, esperando pasar el resto de mi vida en una reducida celda, privado de libertad.